martes, 24 de julio de 2007

Aditaím

Cuando el cielo se cierra es tiempo de correr.
En Aditaím no acostumbra llover, pero si las nubes oscuras y pesadas, no permiten ver el cielo, solo significa una cosa: ¡Desgracia!
Los cuerpos delgados y alargados como sombras comienzan a bajar, nunca tocan el suelo. Portan espadas enormes y filosas que brillan con un fulgor verdusco que vuelve más horrible la imagen. No hay luz que alumbre esa noche, no hay oración que salve, no hay refugio que esconda.
Los cuerpos tienen una lista inscrita en las hojas de cada espada, el filo tiene destino. Sin razón en particular atacan a mujeres, niños, ancianos, hombres honestos, escoria. Nadie sabe quien los envía, nadie sabe porque los escogen, nadie sabe porque el cuerpo desaparece.
Antes creían que era Dios, pero Dios no puede ser tan sanguinario, no puede castigar tan duro.
Se habla de una profecía, de un salvador, de un cuerpo que emerge del centro de la tierra y a los cuerpos delgados y largos enfrentará, con un hacha de fulgor rojizo, grande como un templo, pesada como el dolor de los que quedan. Que abrirá de nuevo el cielo y no lo dejara cerrar, dicen que vendrá pronto, que a todos vencerá.
Pero en Aditaím solo destellos verdes brillan, gritos ahogados por el filo, llanto, dolor, nada se logra ver pero lo saben. Al amanecer sabrán quien ya no esta, algunos seguirán rezando esperando al salvador, otros seguirán perdidos en su desesperanza.
Ha vuelto a salir el sol y en la plaza del centro yace un cuerpo largo, delgado, oscuro, no tiene facciones, no tiene ropa, la espada, a poca distancia de su mano, no tiene nada inscrito en la hoja, no tiene destino.
Fue el salvador algunos gritaban, ya no tendremos miedo, no saben si festejar, si también tienen luto.
Algunos curiosos se acercan, quieren tocar la figura, lo hacen, desaparecen. Más dolor. El cuerpo se levanta, toma la espada y vuelve al cielo, se pierde yendo hacia el sol.
En Aditaím siguen llorando, temiendo a que el cielo se vuelva a cerrar, algunos seguirán rezando. Pero por más fuerte que oren, no vendrá el salvador.

4 comentarios:

Angie Sandino dijo...

tus historias siempre muy interesantes y tocan ese dolor colectivo de nuestra humanidad...
besos!

DonGalleto dijo...

Asu pinche madre, hasta miedo me dio al imaginarme la escena!!

Excelente como siempre partnita

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ellb dijo...

Coincido. Los finales siempre son inesperados, por knock out como diría Cortázar :)