viernes, 31 de agosto de 2007

El Contacto

Todos estaban callados en la mesa.
Los más jóvenes con la cabeza gacha, no intentaban levantar la mirada; los mayores con la mirada perdida, no intentaban nada.
De pronto, el hombre de la cabecera comenzó a hablar, pero en susurros casi indescifrables, se notaba su voz quebrada y solo la angustiosa imagen ayudaba a imaginar que estaba murmurando.
A su derecha, su mujer comenzó a llorar, despacio, en silencio casi hacia sus adentros, no podía contener sus lágrimas.
La mayor de los presentes, de cabello blanco y lacio, ojos oscuros y pequeños, sostenía en su mano derecha una foto de un niño sonriente que cargaba una pelota.
Al centro de la mesa, la pelota.
A la luz tenue de la velas, es difícil adivinar los rostros, los gestos.
El murmullo comenzó a armonizarce y parecía un canto repetitivo, la llama de las velas creció e inició una danza, la mesa temblando, nadie podía esconder su espanto.
Los ojos de la más anciana se volvieron blancos y grandes, el hombre de la cabecera empezó a gritar en una lengua extraña y su mujer rompió en llanto.
Súbitamente silencio.
Se escucho la risa de un niño y todos comenzaron a rezar.

miércoles, 29 de agosto de 2007

La Partida

Una madre vio morir a su pequeño hijo en aquel temblor espantoso, el que destruyó la ciudad de Appa, pero no pudo resignarse a su muerte y rogó a los dioses que se lo devolvieran. Los dioses, compadecidos, no dejaron que el alma del pequeño entrase en el Otro Mundo y la devolvieron a su cuerpo. Pero ya saben cómo son los dioses: el cuerpo no dejó de estar muerto, no se aliviaron sus múltiples heridas, así que el corazón de la madre pasó de la dicha de tener a su hijo, de no haberlo perdido, al horror de ver sufrir a la pobre criatura, prisionera de su carne lastimada. Y luego vino el asco, sí, el asco, porque el niño comenzó a pudrirse, y los gusanos lo devoraban, y gritaba llamando a la muerte pero, como he dicho, ya estaba muerto. La madre, enloquecida, lo apuñaló una vez, dos, tres, muchas; luego lo apedreó, lo envenenó, lo estranguló... Pero el niño sólo gritaba, sólo sufría. Al fin ella lo tomó entre sus brazos, piel rasgada, huesos rotos, sangre negra, y lo arrojó a las llamas de una hoguera. Y el desdichado ardió, y fue humo y ceniza, y el viento lo dispersó y lo confundió con el aire, y entonces la madre se consoló bien o mal. Pero no debió hacerlo porque en esos restos impalpables estaba aún el alma doliente, y esa alma sigue hoy en el mundo, dispersa pero viva, como lo sabe todo aquel que respira, que abre la boca y siente de pronto la tristeza.

Alberto Chimal

lunes, 20 de agosto de 2007

La Metamorfosis

De cara al viento, encuentro silencio
busco la confrontación
no encuentro enemigo a la altura.

Tengo la rabia estacionada
evolucionando, añejandose
volviéndose una obsesión.

Mi vida que se encoje y frena
todo tiene un sabor distinto, amargo
todo tiene un color obscuro, desahucio.

Siento mi piel romperse, dando lugar a otra
más dura, más resistente, poderosa
tengo un nuevo aliento, de dragón.

martes, 14 de agosto de 2007

El Robo

En tus ojos observo mi reflejo, comienzo a caminar hacia tus adentros, alma que era mía, ahora solo es un recuerdo.

miércoles, 8 de agosto de 2007

El Dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Augusto Monterroso

Yo que estoy en mi etapa de cuento corto, tengo que aprender del cuento mas corto de todos. Para eso, homenajeare a Monterroso con mi propia versión.

Cuando despertó, el dinosaurio solo quería volver a dormir.

lunes, 6 de agosto de 2007

No Te Salves

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.

No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

viernes, 3 de agosto de 2007

Los Sueños

Los sueños son una prerrogativa mía, no importa si este dormido o despierto.