Todos estaban callados en la mesa.
Los más jóvenes con la cabeza gacha, no intentaban levantar la mirada; los mayores con la mirada perdida, no intentaban nada.
De pronto, el hombre de la cabecera comenzó a hablar, pero en susurros casi indescifrables, se notaba su voz quebrada y solo la angustiosa imagen ayudaba a imaginar que estaba murmurando.
A su derecha, su mujer comenzó a llorar, despacio, en silencio casi hacia sus adentros, no podía contener sus lágrimas.
La mayor de los presentes, de cabello blanco y lacio, ojos oscuros y pequeños, sostenía en su mano derecha una foto de un niño sonriente que cargaba una pelota.
Al centro de la mesa, la pelota.
A la luz tenue de la velas, es difícil adivinar los rostros, los gestos.
El murmullo comenzó a armonizarce y parecía un canto repetitivo, la llama de las velas creció e inició una danza, la mesa temblando, nadie podía esconder su espanto.
Los ojos de la más anciana se volvieron blancos y grandes, el hombre de la cabecera empezó a gritar en una lengua extraña y su mujer rompió en llanto.
Súbitamente silencio.
Se escucho la risa de un niño y todos comenzaron a rezar.
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7 comentarios:
This house is ours, this house is ours...
This house is ours, this house is ours...
Jajajajaj te pasaste eliiiin ajajajaj
Jajajajajaja, iba a comentar algo, pero ya se me olvido
This house is ours, this house is ours... ajajaja
ay me dió mello...
besos desde brasil!
partnita pasale a mi blog, corre corre
Me gustan tus cuentitos!!! Aunque algunos son tristes...!!!
Solo le faltan los dibujitos...
Ahí la llevas para hacer tu propia edición!!!
... oorale...
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