Todo lo esconden sus ojos
tan inexpresivos
tan secos y vacíos.
No podrè decifrar
la virtud de sus palabras.
Todo esconden sus ojos
porque me dice que me ama
la miro
y no le creo nada.
lunes, 30 de julio de 2007
martes, 24 de julio de 2007
Aditaím
Cuando el cielo se cierra es tiempo de correr.
En Aditaím no acostumbra llover, pero si las nubes oscuras y pesadas, no permiten ver el cielo, solo significa una cosa: ¡Desgracia!
Los cuerpos delgados y alargados como sombras comienzan a bajar, nunca tocan el suelo. Portan espadas enormes y filosas que brillan con un fulgor verdusco que vuelve más horrible la imagen. No hay luz que alumbre esa noche, no hay oración que salve, no hay refugio que esconda.
Los cuerpos tienen una lista inscrita en las hojas de cada espada, el filo tiene destino. Sin razón en particular atacan a mujeres, niños, ancianos, hombres honestos, escoria. Nadie sabe quien los envía, nadie sabe porque los escogen, nadie sabe porque el cuerpo desaparece.
Antes creían que era Dios, pero Dios no puede ser tan sanguinario, no puede castigar tan duro.
Se habla de una profecía, de un salvador, de un cuerpo que emerge del centro de la tierra y a los cuerpos delgados y largos enfrentará, con un hacha de fulgor rojizo, grande como un templo, pesada como el dolor de los que quedan. Que abrirá de nuevo el cielo y no lo dejara cerrar, dicen que vendrá pronto, que a todos vencerá.
Pero en Aditaím solo destellos verdes brillan, gritos ahogados por el filo, llanto, dolor, nada se logra ver pero lo saben. Al amanecer sabrán quien ya no esta, algunos seguirán rezando esperando al salvador, otros seguirán perdidos en su desesperanza.
Ha vuelto a salir el sol y en la plaza del centro yace un cuerpo largo, delgado, oscuro, no tiene facciones, no tiene ropa, la espada, a poca distancia de su mano, no tiene nada inscrito en la hoja, no tiene destino.
Fue el salvador algunos gritaban, ya no tendremos miedo, no saben si festejar, si también tienen luto.
Algunos curiosos se acercan, quieren tocar la figura, lo hacen, desaparecen. Más dolor. El cuerpo se levanta, toma la espada y vuelve al cielo, se pierde yendo hacia el sol.
En Aditaím siguen llorando, temiendo a que el cielo se vuelva a cerrar, algunos seguirán rezando. Pero por más fuerte que oren, no vendrá el salvador.
En Aditaím no acostumbra llover, pero si las nubes oscuras y pesadas, no permiten ver el cielo, solo significa una cosa: ¡Desgracia!
Los cuerpos delgados y alargados como sombras comienzan a bajar, nunca tocan el suelo. Portan espadas enormes y filosas que brillan con un fulgor verdusco que vuelve más horrible la imagen. No hay luz que alumbre esa noche, no hay oración que salve, no hay refugio que esconda.
Los cuerpos tienen una lista inscrita en las hojas de cada espada, el filo tiene destino. Sin razón en particular atacan a mujeres, niños, ancianos, hombres honestos, escoria. Nadie sabe quien los envía, nadie sabe porque los escogen, nadie sabe porque el cuerpo desaparece.
Antes creían que era Dios, pero Dios no puede ser tan sanguinario, no puede castigar tan duro.
Se habla de una profecía, de un salvador, de un cuerpo que emerge del centro de la tierra y a los cuerpos delgados y largos enfrentará, con un hacha de fulgor rojizo, grande como un templo, pesada como el dolor de los que quedan. Que abrirá de nuevo el cielo y no lo dejara cerrar, dicen que vendrá pronto, que a todos vencerá.
Pero en Aditaím solo destellos verdes brillan, gritos ahogados por el filo, llanto, dolor, nada se logra ver pero lo saben. Al amanecer sabrán quien ya no esta, algunos seguirán rezando esperando al salvador, otros seguirán perdidos en su desesperanza.
Ha vuelto a salir el sol y en la plaza del centro yace un cuerpo largo, delgado, oscuro, no tiene facciones, no tiene ropa, la espada, a poca distancia de su mano, no tiene nada inscrito en la hoja, no tiene destino.
Fue el salvador algunos gritaban, ya no tendremos miedo, no saben si festejar, si también tienen luto.
Algunos curiosos se acercan, quieren tocar la figura, lo hacen, desaparecen. Más dolor. El cuerpo se levanta, toma la espada y vuelve al cielo, se pierde yendo hacia el sol.
En Aditaím siguen llorando, temiendo a que el cielo se vuelva a cerrar, algunos seguirán rezando. Pero por más fuerte que oren, no vendrá el salvador.
lunes, 16 de julio de 2007
La Mirada
Ella me esta viendo, no sonríe, solo me mira. Intento regresarle un gesto agradable, pero ella esta absorta, no responde.
Lleva ya bastante tiempo sin quitarme los ojos de encima, ya me resulta incomodo, no se si verla de regreso, si ignorarla o irla a saludar.
Me dedico a estudiarla, tiene rasgos finos pero duros, el cabello suelto, despreocupado, no distingo el color de sus ojos, deben ser oscuros, viste una blusa azul discreta, su cuerpo echado hacia delante como sostenido por sus brazos.
Por un momento, creí que se había prendido de mi encanto, ahora creo que no esta muy cuerda. Si parpadea, pero no desvía la mirada.
He tomado una decisión, me acerco, la abordo.
-¡Buenas tardes!- Digo después de aclararme la garganta. No responde.
-¡Señorita! He notado que no cesa de mirarme. Quisiera preguntarle si hay una razón en particular para que me siga con sus ojos- Más silencio.
-Disculpe señorita, no quise importunarla, me retiro, ¡que tenga buen día!-
Y comencé a caminar en sentido contrario de donde se encontraba ella.
-¡Usted es mi padre!- La alcance a escuchar a lo lejos.
Y esos ojos en mi nuca, me comenzaron a doler profundamente, no quise voltear.
Lleva ya bastante tiempo sin quitarme los ojos de encima, ya me resulta incomodo, no se si verla de regreso, si ignorarla o irla a saludar.
Me dedico a estudiarla, tiene rasgos finos pero duros, el cabello suelto, despreocupado, no distingo el color de sus ojos, deben ser oscuros, viste una blusa azul discreta, su cuerpo echado hacia delante como sostenido por sus brazos.
Por un momento, creí que se había prendido de mi encanto, ahora creo que no esta muy cuerda. Si parpadea, pero no desvía la mirada.
He tomado una decisión, me acerco, la abordo.
-¡Buenas tardes!- Digo después de aclararme la garganta. No responde.
-¡Señorita! He notado que no cesa de mirarme. Quisiera preguntarle si hay una razón en particular para que me siga con sus ojos- Más silencio.
-Disculpe señorita, no quise importunarla, me retiro, ¡que tenga buen día!-
Y comencé a caminar en sentido contrario de donde se encontraba ella.
-¡Usted es mi padre!- La alcance a escuchar a lo lejos.
Y esos ojos en mi nuca, me comenzaron a doler profundamente, no quise voltear.
lunes, 9 de julio de 2007
La Voz del Pueblo
Cuando nadie lo esperaba decidió tomar la palabra. Apenas comenzó a hablar y todos pusieron atención, y cuando digo todos, me refiero a que no hubo persona en el pueblo que no lo escuchara. Desde el humilde jornalero, hasta el Presidente Municipal.
“Todos estamos hartos de lo que esta pasando y nadie hace nada. Si hoy estamos reunidos, vamos a aprovechar para tomar una decisión y actuar.
Hace tiempo que todos tenemos miedo, que ni siquiera nos atrevemos a hablarlo y no diré que yo no temo, no voy a ahondar en el tema, pero tiene que terminar.
Se que es una decisión difícil, a mi me afecta, como a todos los que estamos aquí.
Pero nada es más fuerte que la razón y extrañamos la paz y tranquilidad que aquí reinaba.
Somos un pueblo fuerte y con gran futuro, pero así no podemos avanzar.
Es una realidad esta amenaza; yo propongo acabarlos ahora ¿Quién esta conmigo?”
Todos contestaron a una voz extasiados.
Los niños comenzaron a correr, cada uno fue alcanzado por su padre.
La sangre corrió por todo el pueblo, todos los niños fueron degollados y esa fue la única vez que se hablo del tema.
“Todos estamos hartos de lo que esta pasando y nadie hace nada. Si hoy estamos reunidos, vamos a aprovechar para tomar una decisión y actuar.
Hace tiempo que todos tenemos miedo, que ni siquiera nos atrevemos a hablarlo y no diré que yo no temo, no voy a ahondar en el tema, pero tiene que terminar.
Se que es una decisión difícil, a mi me afecta, como a todos los que estamos aquí.
Pero nada es más fuerte que la razón y extrañamos la paz y tranquilidad que aquí reinaba.
Somos un pueblo fuerte y con gran futuro, pero así no podemos avanzar.
Es una realidad esta amenaza; yo propongo acabarlos ahora ¿Quién esta conmigo?”
Todos contestaron a una voz extasiados.
Los niños comenzaron a correr, cada uno fue alcanzado por su padre.
La sangre corrió por todo el pueblo, todos los niños fueron degollados y esa fue la única vez que se hablo del tema.
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