El problema del amor es que se le dio al hombre.
Ese ser testarudo.
El problema radica en que lo ejerce o no.
En que se basa entre instintos o decisiones ya sean concienzudas o espontaneas.
El amor tiene el problema que quien ama, no tiene por qué ser amado.
El que no ama, puede ser amado.
El que quiere amar, no encuentra a quien y se confunde.
El que quiere ser amado se frustra en su agonía.
El problema del amor está en la piel, en los ojos, en la nariz, en la mente, en el corazón, también lo está en la terquedad, en la obsesión, en el olvido, en la añoranza y en el orgullo.
El problema del amor es el problema del hombre, que no sabe lo que quiere, la duda, la huida, la falta del compromiso, el temor.
El último beso, el primero, todos los besos, todos los cuerpos, todos las despedidas, todas las lagrimas, todos los te quiero, te amo, te espero, te deseo.
El hombre desea lo que no tiene y tiene lo que no desea, pero a la vez eso es el amor.
Tengo unas manos que lo quieren atrapar, pero tengo unos dedos que permiten que se escape.
A veces es la rabia del no saber qué hacer, la ignorancia, la falta de pericia, el rencor aislado del amor herido, la lagrima que abre el caudal del dolor profundo.
Los miradas encontradas ansiosas de amor, las palabras tejidas en miel, la caricia áspera, el abrazo interminable y caluroso, la palmada en la espalda, el beso en la frente, el tomar tu mano.
Eso es el amor, pero a la vez es la tristeza de otros.
Triste el andar del amor que se siente afligido, incompleto, desahuciado del hombre.
jueves, 12 de marzo de 2009
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